martes, 31 de enero de 2017

VITAMINA C PARA EL RESFRIADO


A pesar de que parece que la evidencia científica llega a la sociedad ya que los medios de comunicación se van haciendo eco, vamos a tratar el tema de la vitamina C y su suplementación en el resfriado común. ¿Sirve para algo? Veamos...





Para comenzar, comentar que la Vitamina C (ácido ascórbico) es una vitamina hidrosoluble que se conoce por su fuerte efecto antoxidante, ya que pierde fácilmente electrones y se convierte en ácido deshidroascórbico (entre otros). Esta característica es importante porque una de sus funciones es actuar en rutas metabólicas para la formación de proteínas como el colágeno (que algún día le dedicaremos un post) y la carnitina (a esta ya se lo dedicamos). También ayuda a la absorción de hierro en el intestino reduciéndolo de férrico a ferroso, de ahí que nos recomienden consumir hierro con naranja, por ejemplo. Por lo tanto, y ya que nuestro organismo no la sintetiza, es un nutriente que necesitamos consumir y todos sabemos dónde encontrarlo. Pero para los despistados, os recordamos que sus fuentes principales son frutas y verduras crudas(ya que es una vitamina que con el tratamiento térmico se pierde), tales como naranjas, kiwi, pimientos, col, albahaca, nectarina, etc.



Recientemente hablamos de los complejos vitamínicos en general y hoy nos centramos en la vitamina C en particular, porque es época de resfriados y gripes, y estoy convencido de que más de uno hemos oído que el zumo de naranja y/o la vitamina C ayudan a prevenirla. De hecho, hay medicamentos utilizados para tratar el resfriado que lo incluyen entre sus componentes.




Como ya podéis imaginar, no existen pruebas concluyentes de que el consumo de suplementos de vitamina C ayude a curar e incluso a prevenir el resfriado común o la gripe, aunque al existir variabilidad de eficacia individual (de ahí que no sea evidente su funcionamiento), bajo coste y alta seguridad, algunos autores consideran que vale la pena probarlo individualmente (cosa que me sorprende un poquito, ya que concluyen que no sirve de nada).



Por otro lado, el exceso de vitamina C no es inocuo. De hecho, al metabolizarla se forma un compuesto llamado oxalato, el cual predispone a cálculos renales. Por lo tanto, si tienes riesgo de padecer este problema o ya lo padeces, no te suplementes con vitamina C, incluso regula su consumo. Además, su exceso también puede provocar vómitos y diarrea.

Como conclusión podemos decir que no está justificado el consumo de suplementos de vitamina C para prevenir el resfriado, como no lo estaba de complejos vitamínicos en diferentes casos. Las dosis necesarias son fácilmente alcanzables con alimentos de calidad, ya que la fuente de esta vitamina lo suele ser también de otros nutrientes importantes como fibra u otras vitaminas.



Con respecto a otras alegaciones de esta vitamina, os dejamos este artículo, aunque os adelantamos que el éxito es similar.

Por cierto, aprovecho para decir que el zumo de naranja natural y exprimido no pierde vitaminas tan rápido como pensamos. No nos ansiemos en beberlo a los 10 segundos de exprimirlo. De hecho mejor si no hacemos el zumo y nos comemos la pieza de fruta entera.




miércoles, 18 de enero de 2017

HOMEOPATÍA, LA REINA DE LAS ESTAFAS


No podíamos hacer un blog sobre artículos de dudosa o ninguna eficacia que se venden en las oficinas de farmacia y no mencionar la homeopatía ¿verdad?

Una alternativa basada en agua y azúcar con millones de adeptos en todo el mundo incluidos (y esto es lo más triste) muchos profesionales sanitarios.



Pero vamos por partes ¿qué es la homeopatía?



La palabra homeopatía viene de las palabras griegas hómoios “igual” y phátos “dolencia” y es una terapia (me niego a llamarle medicina) alternativa que Samuel Hahnemann se sacó de la chistera allá por el 1790 cuando tras tomar media onza de corteza de quino, empezó a tener una sintomatología característica de las fiebres intermitentes (conocidas actualmente como paludismo o malaria).

Este interés por la corteza de quino se debía a que se utilizaba para tratar las fiebres intermitentes. Ahora sabemos que este efecto se debe a la quinina, presente en dicha corteza y que hoy en día se sigue utilizando para combatir la malaria.

Samuel Hahnemann


Pues et viola! Como una onza de quino le causó unos síntomas, según él, parecidos a los de las fiebres intermitentes y a la vez la corteza del quino se usa en dosis menores para combatir estas fiebres, la analogía parece clara. Nace el principio del Similia similibus curantur o para entendernos mejor, “lo similar cura lo similar”.



Pues esta es la base principal de la homeopatía. Si algo te causa un mal, ese mismo algo muy muy muy diluido te curará ese mal. Fácil, ¿verdad?

Pues no tiene ningún sentido.



Imaginemos que este principio es real, pongamos tres ejemplos prácticos que pudieran ponerse en práctica:


1º: Si la penicilina cura la gonorrea, en pacientes sanos debería producir gonorrea.

2º: Si el semen puede dejar embarazada a una mujer, el semen muy muy diluido se podría utilizar como anticonceptivo.

3º: Si el azúcar puede provocar hiperglucemia, el azúcar muy muy diluida se podría emplear para curar la diabetes. 



¿A que son absurdos?  Pues sí, lo son.


Las “leyes” de las diluciones infinitesimales y de la individualización del enfermo y la cura.


Para la homeopatía no hay enfermedades sino enfermos. La enfermedad y sus síntomas son singulares y propios de cada persona, de ahí la individualización del tratamiento homeopático según el paciente. Lo malo es que esta individualización se basa en algo tan poco científico como la personalidad y se consigue tras una entrevista con el paciente. Por lo que la homeopatía no trataría a un enfermo de meningitis aceptando que tenga meningitis, sino que adaptaría el tratamiento en función de ciertos síntomas y del carácter del paciente. 

Y el meningococo causante de la enfermedad tan contento sin la presencia de los molestos antibióticos.



Para la medicina basada en la evidencia sí que hay una clasificación de enfermedades, sabiendo que cada enfermedad puede tener variaciones en función de las características de la persona, como puedan ser la edad, el peso o el sexo. Pero el meningococo se atacaría con antibióticos sin importar el carácter del paciente. 



La “ley” de las diluciones infinitesimales se le ocurrió Hahnemann tras tratar a un niño durante una epidemia de escarlatina con belladona, que a dosis altas provoca síntomas parecidos, pero muy muy diluída. Sin embargo, la belladona no cura la escarlatina (enfermedad producida por una bacteria).

Hay dos modalidades estrella de diluciones, según su autor, la centesimal Hahnemanniana (CH) y la decimal Korsakoviana aunque la primera es la más aceptada y básicamente consiste en coger una parte de la tintura madre y llevarla a 100 unidades de disolvente. Así tendríamos una dilución 1CH. Pues de esta cogeríamos una parte y la llevaríamos a 100 partes (2CH) y así sucesivamente.

Para que os hagáis una idea de como son estas diluciones, os adjunto una tabla de equivalencias sacada del libro "La homeopatía ¡Vaya Timo!" de Víctor-Javier Sanz.

Es más fácil que te toque el euromillón que encontrar principio activo en un preparado homeopático
Sí, sí, todo esto está muy bien pero ¿la homeopatía cura?

Simplemente no. No solo los preparados homeopáticos no llevan en su composición resto alguno de principio activo inicial (véase la tabla superior), si no que no han demostrado en ningún ensayo clínico serio haber curado nada.

De hecho para poner en el mercado un producto homeopático, los laboratorios no necesitan adjuntar a la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios ningún estudio que pruebe su eficacia, solo necesitan demostrar que son inocuos, que no son venenosos.



Recientemente el NHMRC, National Health and Medical Research Council (Consejo Nacional de Salud e Investigación Médica) en las conclusiones de su estudio publicaba esto:

En base a la valoración de las evidencias sobre la efectividad de la homeopatía, el NHMRC concluye que no hay ningún problema de salud para el cual existan evidencias fehacientes de que la homeopatía es efectiva.”



Y hace menos tiempo todavía la FTC americana (Comisión Federal de Comercio) emitió un comunicado donde exigía a los productos homeopáticos que no demuestren científicamente su eficacia que adviertan en su etiquetado de que no hay pruebas científicas de que funcionen y de que las afirmaciones hechas por los fabricantes se basan en teorías “del siglo XVIII que no aceptan la mayoría de los expertos médicos”.


Recordemos que estos organismos son públicos y no malvadas industrias farmacéuticas.


- ¡Pues mi "cuñao" dice que si la homeopatía es placebo, por qué funciona en animales!


Pues dile a tu "cuñao" que tampoco funciona en animales

Recomendaciones al paciente
¿Queréis más?

Recientemente un nutrido grupo de farmacéuticos, entre los que tengo el orgullo de encontrarme, emitió un comunicado en el que se exigía a las autoridades que no catalogasen a estos productos como medicamentos.


Por si esto fuera poco, la SEFAC (Sociedad Española de Farmacia Comunitaria) también se ha posicionado del lado de los farmacéuticos y farmacéuticas que rechazan la homeopatía como terapia valida.


Y así podríamos seguir mucho tiempo.


Así que si un médico o farmacéutico te aconseja homeopatía para calmar tus males. Yo en tu lugar cambiaría de médico o farmacia, porque pagarás a precio de oro lo que no es más que agua con azúcar.


Me habría gustado añadir más, porque hay muchísimo más que comentar, pero entonces se haría el post eterno.


Si tenéis dudas preguntadlas en los comentarios.