No podíamos hacer un blog sobre artículos de dudosa o ninguna eficacia que se
venden en las oficinas de farmacia y no mencionar la homeopatía ¿verdad?
Una alternativa basada en agua y azúcar con millones de adeptos en todo el
mundo incluidos (y esto es lo más triste) muchos profesionales sanitarios.
Pero
vamos por partes ¿qué es la homeopatía?
La palabra homeopatía viene de las palabras griegas hómoios “igual” y phátos “dolencia” y es una terapia (me
niego a llamarle medicina) alternativa que Samuel Hahnemann se sacó de la
chistera allá por el 1790 cuando tras tomar media onza de corteza de quino, empezó
a tener una sintomatología característica de las fiebres intermitentes
(conocidas actualmente como paludismo o malaria).
Este interés por la corteza de quino se debía a que se utilizaba para tratar
las fiebres intermitentes. Ahora sabemos que este efecto se debe a la quinina,
presente en dicha corteza y que hoy en día se sigue utilizando para combatir la
malaria.
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Samuel Hahnemann |
Pues et viola! Como una onza de quino
le causó unos síntomas, según él, parecidos a los de las fiebres intermitentes
y a la vez la corteza del quino se usa en dosis menores para combatir estas
fiebres, la analogía parece clara. Nace el principio del Similia similibus curantur o para entendernos mejor, “lo similar
cura lo similar”.
Pues esta es la base principal de la homeopatía. Si algo te causa un mal, ese
mismo algo muy muy muy diluido te curará ese mal. Fácil, ¿verdad?
Pues no tiene ningún sentido.
Imaginemos que este principio es real, pongamos tres ejemplos prácticos que
pudieran ponerse en práctica:
1º: Si la penicilina cura la
gonorrea, en pacientes sanos debería producir gonorrea.
2º: Si el semen puede dejar embarazada a una mujer, el semen muy muy diluido se
podría utilizar como anticonceptivo.
3º: Si el azúcar puede provocar hiperglucemia, el azúcar muy muy diluida se
podría emplear para curar la diabetes.
¿A que son absurdos? Pues sí, lo son.
Las
“leyes” de las diluciones infinitesimales y de la individualización del enfermo
y la cura.
Para la homeopatía no hay
enfermedades sino enfermos. La enfermedad y sus síntomas son singulares y
propios de cada persona, de ahí la individualización del tratamiento homeopático
según el paciente. Lo malo es que esta individualización se basa en algo tan
poco científico como la personalidad y se consigue tras una entrevista con el
paciente. Por lo que la homeopatía no trataría a un enfermo de meningitis
aceptando que tenga meningitis, sino que adaptaría el tratamiento en función de
ciertos síntomas y del carácter del paciente.
Y el meningococo causante de la enfermedad tan contento sin la presencia de los
molestos antibióticos.
Para la medicina basada en la evidencia sí que hay una clasificación de
enfermedades, sabiendo que cada enfermedad puede tener variaciones en función
de las características de la persona, como puedan ser la edad, el peso o el
sexo. Pero el meningococo se atacaría con antibióticos sin importar el carácter
del paciente.
La “ley” de las diluciones infinitesimales se le ocurrió Hahnemann tras tratar
a un niño durante una epidemia de escarlatina con belladona, que a dosis altas
provoca síntomas parecidos, pero muy muy diluída. Sin embargo, la belladona no cura la
escarlatina (enfermedad producida por una bacteria).
Hay dos modalidades estrella
de diluciones, según su autor, la centesimal Hahnemanniana (CH) y la decimal Korsakoviana aunque la primera es la más aceptada y básicamente consiste en coger una parte de la tintura madre y llevarla a 100 unidades de disolvente. Así tendríamos una dilución 1CH. Pues de esta cogeríamos una parte y la llevaríamos a 100 partes (2CH) y así sucesivamente.
Para que os hagáis una idea de como son estas diluciones, os adjunto una tabla de equivalencias sacada del libro "La homeopatía ¡Vaya Timo!" de Víctor-Javier Sanz.
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Es más fácil que te toque el euromillón que encontrar principio activo en un preparado homeopático |
Sí, sí, todo esto está muy bien pero ¿la homeopatía
cura?
Simplemente no. No solo los preparados homeopáticos no
llevan en su composición resto alguno de principio activo inicial (véase la
tabla superior), si no que no han demostrado en ningún ensayo clínico serio
haber curado nada.
De hecho para poner en el mercado un producto homeopático, los laboratorios no
necesitan adjuntar a la Agencia Española
del Medicamento y Productos Sanitarios ningún estudio que pruebe su eficacia,
solo necesitan demostrar que son inocuos, que no son venenosos.
Recientemente el NHMRC, National Health and Medical Research Council (Consejo
Nacional de Salud e Investigación Médica) en las conclusiones de su estudio
publicaba esto:
“En base a la valoración de las evidencias sobre la
efectividad de la homeopatía, el NHMRC concluye que no hay ningún problema de salud para el cual existan
evidencias fehacientes de que la homeopatía es efectiva.”
Y hace menos tiempo todavía la FTC americana (Comisión Federal de Comercio) emitió un comunicado donde exigía a los productos homeopáticos
que no demuestren científicamente su eficacia que adviertan en su
etiquetado de que no hay pruebas científicas de que funcionen y de que las
afirmaciones hechas por los fabricantes se basan en teorías “del siglo XVIII
que no aceptan la mayoría de los expertos médicos”.
Recordemos que estos organismos son públicos y no malvadas industrias farmacéuticas.
- ¡Pues mi "cuñao" dice que si la homeopatía es placebo, por qué funciona en animales!
Pues dile a tu "cuñao" que tampoco funciona en animales.
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Recomendaciones al paciente |
¿Queréis más?
Recientemente un nutrido grupo de farmacéuticos, entre los que tengo el orgullo de encontrarme, emitió un comunicado en el que se exigía a las autoridades que no catalogasen a estos productos como medicamentos.
Por si esto fuera poco, la SEFAC (Sociedad Española de Farmacia Comunitaria) también se ha posicionado del lado de los farmacéuticos y farmacéuticas que rechazan la homeopatía como terapia valida.
Y así podríamos seguir mucho tiempo.
Así que si un médico o farmacéutico te aconseja homeopatía para calmar tus males. Yo en tu lugar cambiaría de médico o farmacia, porque pagarás a precio de oro lo que no es más que agua con azúcar.
Me habría gustado añadir más, porque hay muchísimo más que comentar, pero entonces se haría el post eterno.
Si tenéis dudas preguntadlas en los comentarios.