sábado, 30 de diciembre de 2017

LA SALUD ESTÁ MUY BIEN, PERO HAY QUE COMER


En esta entrada no vamos a hablar sobre ningún producto en concreto que se venda en oficinas de farmacia.
Vamos a hablar del modelo actual y de lo que habitualmente ocurre en muchas oficinas de farmacia de este país, desde el punto de vista de un empleado/a con ciertos principios, pero que necesita el sueldo para pagar el alquiler, o que tiene hijos, etc.



RÁPIDA VISIÓN DEL MODELO FARMACÉUTICO

¿Como puedo conseguir ser propietario de una oficina de farmacia?
Pues en el estado español es condición indispensable ser graduado/a en farmacia para poder ser titular de una oficina de farmacia. Luego... te hace falta mucho dinero.
Las farmacias en España tienen un numerus clausus, es decir, que existen un máximo de farmacias que se puedan abrir por habitantes. Este número varía en función de la ordenación farmacéutica de cada comunidad, pero bueno, podemos hablar de una oficina de farmacia por cada 2000 habitantes aproximadamente.

Si los núcleos poblacionales crecen por encima de este numerus clausus se podría acceder a una farmacia de nueva apertura, donde todo el mundo podría presentarse como candidato/a a tener su propia oficina. Para esto a parte de un examen, hay concurso de méritos (harto complicado).
Pero si no se necesitan farmacias de nueva apertura solo puedes conseguir la tuya comprando una licencia de una farmacia ya abierta.
Y esto suponen cientos de miles de euros, algunas veces millones de euros.
Algo impensable para cualquier farmacéutico/a de clase humilde, pero sí accesible a farmacéuticos/as con tradición en la familia, ya que el nivel adquisitivo de esta clase social está, por lo general, bastante por encima del españolito medio.

Hace falta mucho dinero para poder montar por tu cuenta un negocio de este tipo


¿FARMACIA O SUPERMERCADO?


Hagamos la prueba de entrar a alguna farmacia de un núcleo urbano importante (vamos a salvar de esto a las farmacias rurales que bastante tienen con sobrevivir).
Grandes escaparates ilumninados, abundantes estanterías llenas de todas las cremas habidas y por haber, carteles con todo tipo de promociones, una distribución estudiada para incitar al consumo...
¿Está esto mal? No, claro que no.

El problema viene detrás del mostrador, porque el cliente (sí, sois clientes no pacientes) al fin y al  cabo es libre de comprar lo que quiera.
Hablamos de detrás del mostrador, donde absolutamente toda la formación que puedes recibir para tu ámbito laboral está orientado a la venta. Técnicas de venta cruzada, formación en todos los productos de parafarmacia existentes, venta "proactiva". Ni rastro de farmacología, o de novedades terapéuticas (al margen de las que te presentan los laboratorios que venden dichas novedades).
Aquí ya viene el primer problema de conciencia para nuestro farmacéutico con principios ¿soy farmacéutico o vendedor? Pues lamentablemente el modelo actual nos lleva a ser lo segundo.

Porque en muchas ocasiones tiene que elegir entre vender productos de dudosa o nula eficacia o llevarse una reprimenda por "perder una venta". ¿Cómo decirle a un cliente delante de muchos titulares que la homeopatía es un timo, que los crecepelos no funcionan o que el colágeno no tiene suficientes evidencias científicas?
Muchos compañeros y compañeras se quejan de que algunas cadenas de supermercados venden productos de parafarmacia. Nosotros nos preguntamos, si la farmacia se está convirtiendo en un supermercado ¿qué hay de malo en que un supermercado se convierta en farmacia?

Al ritmo que llevamos, que no nos extrañe un día encontrar este modelo.


FARMACÉUTICOS/AS CON PRINCIPIOS VERSUS A ILEGALIDADES FLAGRANTES

Pero lo más grave a lo que se enfrenta nuestro/a farmacéutico/a con principios es a las continuas ilegalidades que en muchas oficinas de farmacia se cometen.

Cosas como vender medicamentos sujetos a prescripción medica como antibióticos, psicótropos, codeína... sin receta, retirar medicaciones de recetas electrónicas de pacientes sin que las necesite, o para asegurarse de que tiene que volver sí o sí a la farmacia de turno, hacer más horas (entre entrar antes y salir después) de las que corresponden por convenio y que no repercuten en el salario...

El dilema viene cuando el/la farmacéutico/a muchas veces tiene que elegir entre negarse a seguir estas pautas o conservar el trabajo.
Ese es el auténtico problema, puesto que ni las inspecciones ni los colegios oficiales hacen nada por remediar estas conductas.

Y al final piensas "la salud de las personas está muy bien, pero tengo que comer".

Por un 2018 que nos devuelva al estatus de profesionales sanitarios.

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